Mejor Navidad, ¡imposible! (Best. Christmas. Ever!) – Netflix – Crítica – No, no es la mejor Navidad… ¡Es la peor!

Ya está aquí Mariah Carey, y, por lo tanto, la Navidad, y, por lo tanto, las comedias navideñas de Netflix. Que el Grinch nos pille confesados…

Sabéis esas fiestas, a las que vas porque alguien te gusta, y ves que algo no cuadra cuando te dan un vasito de agua y una pastillita, y sumas uno más uno, y te dices a ti mismo: ¡suicidio colectivo! Pues eso es exactamente lo que ha sucedido aquí.

A ver, no nací ayer, sabía a lo que venía, pero el chico de la fiesta del que os hablaba antes es el señor Jason Biggs, protagonista de la saga American Pie, bueno, de las películas que llegaron a los cines, no de las secuelas de directo a videoclub, y cuyo mayor logro en su carrera es… sí, American Pie. Suele pasar, así que tampoco hurguemos en la herida.

El caso es que Biggs siempre me ha caído bien, siendo uno de esos actores a los que les tienes cariño, estando alejado de los focos durante algunos años, y claro, aunque te lo presenten en un producto tan poco atractivo y estremecedor como ‘Mejor Navidad ¡Imposible!’, caes con todo el equipo. Llámalo nostalgia, llámalo fidelidad, o llámalo puro inconsciencia, pero ese es el único motivo por el que he aparcado mis posaderas en el tren del terror, porque os aseguro que esta mediocridad es tan terrible como parece, porque no, no es la mejor Navidad… ¡Es la peor! ¡Yo te maldigo, Jason Biggs!

En fin, empecemos por lo más llamativo, que sí, es el reparto. Biggs aparece menos de lo esperado, por lo que ya podemos restarle varios puntos a la película, pero eh, al menos da lo que se espera de él en una película semejante, justificando el cheque que le dieron por aparecer en esto. Eso sí, al bueno de Biggs le arrebatan cualquier atisbo de desmelenarse como en los viejos tiempos, con un personaje demasiado serio y plano. Los tiempos de instituto y cochinadas junto a Stifler ya pasaron a mejor vida, y el pobre Jason ha ido a parar al cajón del olvido en el que acaban tantos otros intérpretes que algún día saborearon la fama. Y sí, me refiero a las comedias navideñas.

Antes os he hablado de un cheque, pues sólo hay que ver su cara en el póster de la película para sospechar que quizás hubo algo de coacción, como si estuvieran apuntándole con una pistola o amenazando a su familia por aparecer en esto. Me cuadraría bastante, porque muy feliz no se le ve, como si la llama de sus días de gloria se hubiese apagado a lo largo de los años. No te preocupes Biggs, tu siempre estarás en mi corazón, aunque te veas obligado a participar en memeces como ésta.

En fin, continúo con la señorita Heather Graham, otra actriz icónica de los 90, ya sea por aparecer en la maravillosa secuela de Austin Powers, y por… bueno, algo más tendrá, pero no me acuerdo ni tampoco voy a perder tiempo buscándolo. El caso es que ella sí es la gran protagonista, entregándose a la causa como una loca desquiciada que parece salida de las propuestas de psicópatas que os he comentado antes. ¿Su actuación es buena? Bueno, también da lo que se espera en un producto de características, por lo que otro cheque bien invertido, ya sea por llamar la atención de los espectadores que todavía la recuerden. No estoy para aquí para juzgar, que yo he caído con Biggs. ¡Yo te maldigo Jason Biggs!

Por ahí también sea pasea Brandy, que no es que la popular bebida alcohólica se haya pasado a las comedias pedorras de Netflix, hablo de la cantante, a la que quizás algunos recordaréis por romper el tópico de los personajes negros en la espantosa secuela de ‘Sé lo que hicisteis el último verano’. De nuevo, algo más habrá hecho, pero mis labores de investigación están de vacaciones, al igual que los guionistas de este bodrio. Sobre ella, pues parece que se lo pasa bien, al contrario que el público, por lo que punto para ella.

Podría hablaros de los aspectos técnicos, pero hacerlo en una comedia familiar navideña de Netflix es como hablar de política, no merece la pena, porque siempre es lo mismo. Así que saltemos al guion, cortesía de dos personas, aunque llamarlo guion sea una osadía por mi parte. Mis disculpas. A ver, no vengo a generar polémica, pero venimos de una huelga de guionistas, y es surrealista como en todas las películas malas de los últimos años, siempre hay acreditados más de un guionista, que aquí solo son dos almas perdidas, pero hay casos de hasta cinco iluminados. O a mí se me escapa algo, o el mundo se ha vuelto loco. Esto te lo escribo yo, e incluso te lo mejoró, en dos tardes tontas, y no, no exagero.

En la película nos presentan un conflicto que se resuelve a la hora, y esto dura setenta y cinco minutos, por lo que para que no parezca que coquetean con el corto, los dos guionistas se las ingenian para sacarse más conflictos y subtramas de la chistera para justificar que esto dure todavía más. En honor a la verdad, se agradece que la agonía y tortura dure menos de ochenta minutos, pero la sensación de que la tortura se podría haber zanjado muchos antes, no te la quita nadie. Y no hablaré de clichés, porque es entrar en un asunto que ya ruboriza. Sí, esto ya lo hemos visto todos antes, siendo más predecible que las tres a las dos y media.

En conclusión, ¿estamos ante otro aborto navideño? Sí. ¿Merece la pena si te gusta el pajillero de American Pie, la espía de Austin Powers 2, o la cantante que juega a ser actriz y sobrevivió a Ben Willis, haciendo añicos el topicazo del género del terror? Lo contrario a sí. ¿Se la recomendaría a mi peor enemigo? Sí, si he abandonado cualquier atisbo de esperanza y de volver a considerarse un ser humano con sentimientos. El caso, que no perdáis el tiempo, siendo lamentable que Netflix no se esfuerce ni lo más mínimo, porque de Antena 3 te lo esperas, ya estamos acostumbrados, pero de una plataforma de pago, no. Hoja de reclamaciones, por favor. Ah… puto Biggs… te aprecio, pero a la próxima te diré que no. A quién quiero engañar… ¡Yo te maldito, Jason Biggs!

Crítica en vídeo:

Deja un comentario

Blog de WordPress.com.

Subir ↑