El plan del diablo (The Devil’s Plan) – Netflix – Crítica – El fascinante reality de juegos mentales que no te puedes perder

Los coreanos están intratables. Y es que ya llevan años (y cuando digo años me refiero a décadas), ofreciendo grandes producciones que no tienen nada que envidiar a las del otro charco. Después de fascinarnos con sus películas, ahora se han propuesto hacerlo con sus series, y no contentos con ello, también están apostando por los reality, un movimiento lógico tras el arrollador éxito del Juego del Calamar.

Y menudos reality, porque después de maravillarnos con el apasionante concurso de Habilidad física 100, ahora nos traen El plan del diablo, cambiando las pruebas físicas por las mentales, en un concurso tan ingenioso como cargado de tensión, con una serie de pruebas que te volarán la cabeza.

Casi todo funciona, como un casting espléndido, repleto de famosos del país, y con personajes carismáticos que tienen algo que decir (ya podrían aprender otros concursos…), unas pruebas que te atrapan, unos giros argumentales que te dejan boquiabierto, y una serie de elementos que nos confirman que estamos ante algo diferente y fresco, y eso que hablamos de doce episodios de más de una hora cada uno, por lo que mejor armarse de paciencia, aunque como ya digo, el viaje merece mucho la pena.

Y bueno, el casi de antes, es porque el programa tiene un pequeño hándicap: Las pruebas que antes he elogiado, porque no todas funcionan, en especial a la hora de explicar las dinámicas. Y es que hablamos de unas pruebas demasiado complejas y rocambolescas para el gran público, entre el que me incluyo.

No negaré que he desconectado en un par de momentos cuando explicaban las pruebas, porque si necesitas más de diez minutos, ya me has perdido, en unos juegos demasiado enrevesados, entendiendo que es lo que se busca, pero que quizás aparte a ciertos espectadores, al crear una barrera inquebrantable.

De nuevo, no estoy tomando al público de idiota, pero obviamente esto lo ha orquestado alguien con cabeza, porque a mí me metes a concursar en esto, y no duro ni dos segundos, entre que digo hola y adiós, con unos concursantes que se merecen un monumento, siendo auténticos genios preparados para toda clase de retos mentales.

Simplificando, que es un concurso de superdotados que exige toda la atención al espectador, por lo que tienes que estar preparado mentalmente para estar dentro del juego, o perderás la poca cordura que te quede, porque los números, cálculos, y maquinaciones expuestas en el show bailan a un ritmo vertiginoso.

Y hablando de maquinaciones, por supuesto asistimos a los ya clásicos bandos, con sus conflictos, traiciones, engaños, y toda clase de artimañas que nos recuerdas a otros reality tan estimables como el de Traitors, aunque jamás se cruce la barrera del mal gusto o mala baba de otro tipo de propuestas de la telebasura. Esto es Corea, no España… Y es que este reality lo tiene casi todo. Otra vez con el casi, pero es que ese contra antes comentado le impide alcanzar la excelencia, pero sigue siendo une espectáculo de notable alto, además de una experiencia más que recomendable si sabes a lo que vienes y aceptas las reglas del juego.

Y es que está claro que los coreanos saben lo que se hacen, regalándonos una serie de concursos que nos confirman que sus producciones son de las más interesantes del momento, al apostar por el ingenio y el entretenimiento, en una master class de cómo se debe hacer un producto de estas características. Una vez más, me quito el sombrero, siendo un rotundo sí y una aventura de obligado visionado si sientes un mínimo de curiosidad. Si ese es el caso, bienvenido al juego. Otra deliciosa sorpresa made in Corea. Y van…

Crítica en vídeo:

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